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Esclavos de las modas.

Hola amiguitos y amiguitas. Mis más sinceras disculpas por no haber escrito nada durante esta semana pero… es que… ¡no se me ocurría nada! Y miren por donde que duchándome hoy se me ocurrió algo. Y ese algo son las modas, esos comportamientos que en determinados momentos sigue la gente en masa. Empecemos por los que recuerdo. También acepto los que ustedes recuerden.

     Los salvadores del mundo con mallas.

     Corrían los años 90, más o menos (años 95 ó 96 por ahí). El mundo sucumbió ante una serie de 20 minutos de duración que narraba las hazañas de un grupo de jóvenes que salvaban el mundo embutidos en mallas. Eran los Power Rangers. Era curioso, porque una idea japonesa triunfaba en medio mundo, y no servía para oír música. Y más curioso aún, un cachas fantasma, un empollón, un negro, una china y una pija se llevaban bien. Efectos especiales cutres, un tío disfrazado de robot gigante y el típico discurso cutre dirigido a la juventud (niños, reciclen, sean buenos con los mayores, compren nuestra nueva colección de muñecos, etc) enloquecían a las masas. Eso sí, no se mataron mucho para asignarle el color a los personajes. Al negro le dieron el color negro, a la china el amarillo y a la pija el rosa. Aún les duran las agujetas a los de producción

     La powerangermanía se tradujo en la serie, discos, película, videojuegos, muñecos, disfraces, y como no, la típica promoción de los cereales. Pero, víctimas de su propio éxito, empezaron a desvariar y a sacar diferentes versiones de la serie… que si Power Rangers Zeo, Power Rangers Turbo, Power Ranger  Turbo GTI 16 válvulas…

     Ahora que lo pienso, ¿tenían mallas y no se le marcaba ni el paquete ni las tetas? ¿Qué mierda de mallas son esas?

     El puto llavero jodelón.

     Años más tarde, Bandai, empresa juguetera (la misma que hacía los muñecos de los Power Rangers) trajo a España el fenómeno que hacía furor en el resto del mundo: el Tamagotchi. La idea era sencilla: el bicho ese vino del espacio y tenías que cuidarlo.

     El juguete no dejaba muy bien, que digamos, a la supuesta vida inteligente de fuera de nuestro planeta.  ¿El bicho ese viaja por el espacio solo y necesita que lo cuides? ¿Y es tan inteligente que acaba metido en un llavero? Joder, si lo hubiera sabido le habría dicho que no se metiera allí, ni tampoco en el “BB+”.

     Pues después de gastarme casi 3.000 pelas en el cacharro en cuestión (era joven y fácilmente influenciable) comprobé que aquello enganchaba más que el pegamento. Según cómo lo cuidabas, el bicho evolucionaba y se hacía más bonito o más feo. Lo cuidaba, le daba de comer, le apagaba la luz cuando dormía, y él me lo pagó convirtiéndose en una puta bola patuda fea de cojones. Eso, y el hecho de que se despertara a las 7 de la mañana en verano, hizo que realizara un nuevo viaje al cajón de los calcetines. Allí, después de 13 días, murió.

     El bicho peludo.

     Viendo el éxito del puto llavero, cogieron la idea y le dieron una vuelta de tuerca. Cogieron la idea del pobre marciano que acaba en La Tierra, pero en vez de meterlo en un llavero decidieron meterlo en un cuerpo peludo lleno de sensores. ¿Cómo llamaron a eso? ¿Pelugotchi? ¡Nooooo! Furby.

     La idea era sencilla. Al bicho no había que cuidarlo tanto. Sólo le dabas de comer y hablabas con eso. Pero claro, la cosa no era tan fácil. El bicho hablaba furbish, el idioma de su planeta, así que tenías que cargar con el diccionario cada vez que hablabas con él. Se suponía que el bicho aprendía palabras, pero se ve que el de mi hermana salió tonto. Vean un ejemplo de mi relación con ese ser.

     Yo: ¡Hola Furby!

     Él: Uaaah (a saber qué significa eso).

     Yo: Cuéntame un chiste.

     Él: Mi dormir (y se pone a roncar).

     Menos mal que ya estoy acostumbrado a ese tipo de comportamiento (si, me refiero a ti Carty)

     Estos son algunos de los ejemplos que más recuerdo. Seguramente escribiré esta semana la segunda parte, porque el tiempo apremia y tengo muchísimas cosas que hacer ahora.

     Besos para ellas y chocadas de manos para ellos.

     Chris (Caballero Oscuro víctima de las modas).

     El que no lo veas no significa que no esté ahí.

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