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Después de 2 noches de fiesta, sólo se me ocurre ir al médico-

     Hola amiguitos y amiguitas. ¿Cómo va ese fin de semana? He aquí otra entrega del blog más dicharachero del ciberespacio.

     Después de haber salido 2 noches seguidas y de haber dormido menos que Pocholo, no se me ocurría nada de lo que hablar. No iba a contar las andanzas de Carty, Vicente y servidor ayer en MediaMarkt y por la zona comercial de Cabo Llanos, porque no era plan, sobre todo porque experimenté en propias carnes lo que era ser una tía de compras, comprando en plan animal (casi 100 euros menos en mi bolsillo). Así que hablaré de otra cosa.

     Por cierto, antes de empezar, quiero pedirles algo. Por favor, déjense de entrar en el espacio de aquella a quién Lolo bautizó “La pitusa”. Van a hacer que sea la página más visitada, superando a la del “Marca”. Eso sí, serían las primeras visitas de gente normal.

     Hoy hablaré de las visitas al médico. Toda visita al médico requiere pedir cita previa. Pues nada, le encasquetas ese trámite a tu madre y asunto solucionado.

     Llega el día de la visita. Buscas la consulta, tocas el timbre, y, por lo general, te sale una tía que hace de secretaria. Amablemente te invita a que pases. Todo bien, de momento, hasta que te dice “¿Tenías cita para hoy?”. Después de quedarte un rato en stand-by (no, no tengo cita, estaba aburrido, pasaba por aquí y como vi gente subiendo me autoinvité), le dices que sí, le das tu nombre y te invita a que pases a la sala de espera.

     El mundo de las salas de espera tiene una ciencia. Tienes las salitas de espera pequeñas, que incluso podrían pasar por un baño. También tienes las salas normales. Y luego tienes los súper salones, aquellos en los cuales te sientas en una esquina, te llaman y fíjate lo que tardas en recorrerlos que, cuando llegas a la consulta del médico en cuestión, ya te pusiste bueno.

     Pues nada, llegas ahí y saludas a los que están. Este es un comportamiento típico de las consultas del médico: saludar a gente que no has visto en tu puta vida. ¿Por qué? Ni puta idea, se hace y ya está. No preguntes. Eso sí, si al par de días te ves a alguno en la calle no le dices ni pío. Te sientas en uno de esos sillones tan confortables, en los que te vas hundiendo poco a poco y de los que cuesta un huevo y parte del otro levantarse, y a esperar.

     Pasa el tiempo. Aquello se va llenando de gente. Parece que estás en el anuncio de los relojes de Fernando Alonso; tiempo lento y gente por todas partes (bueno, en el anuncio eran coches, pero se me permite el cambio). Cada vez que entra un fulano tarda una media de 15 minutos en salir. Ni se te ocurra cambiar la tele, porque las viejas del sillón de al lado están viendo la novela. Así que coges una revista de la mesa. Revista del corazón, como no. Se ve que los médicos han hecho un estudio, y han llegado a la conclusión de que la gente que se pone enferma somos unos cotillas. Buscas entre tanta revista del “cuore” y encuentras una de carácter científico. Creyendo que es una revista actual, le hechas un ojo a la portada. Tu gozo en un pozo: ves en letras mayúsculas “Por fin llegó a España el Windows 95”. Tiras aquello a la mesa, por si hay una cámara oculta grabándote, y irremediablemente coges el “Hola” que dejó la vieja que estaba viendo la novela.

     Empiezas a ojear eso. Te das cuenta que es una revista que realiza un gran periodismo de investigación: en la portada, lees “Farruquito nos enseña su casa”. Como no puedes esperar más, abres la revista y te pones a leer el reportaje (joder, tiene pasta para montarse semejante chabolita y no tiene dinero para sacarse el carné de conducir).

     Después de semejante ejercicio de culturización, dejas la revista y te pones a mirar las paredes. Paredes generalmente llenas de los títulos que tiene el médico: que si el de licenciado en medicina, que si el de especialista en enfermedades venéreas, que si el de CCC de guitarra… incluso el más arriesgado pone la orla de la promoción en la que se licenció…

     Entre eso, los cuadros que suelen poner, horripilantes en la mayoría de los casos, y el hilo musical, hacen que tu estancia allí sea de lo más “placentera”. El grado máximo de placer viene dado por los berridos del niño al que le están poniendo una inyección, le ponen colirio y vete tú a saber qué coño le están haciendo al pive para que llore de esa forma.

     Por fin llega tu turno después de estar ahí casi una hora. Entras por allí, le das la mano al médico y le cuentas tu problema. El tío no despega la mirada del ordenador, escribiendo todo lo que le dices. Veamos un ejemplo:

     Él: ¿Nombre?

     Tú (o sea, yo): Christopher Fuentes.

     Él: ¿Fecha de nacimiento?

     : 18 de septiembre de 1982 (no hace falta que me regales nada).

     Él: ¿Sexo?

     : (Tío, ¿no me ves?) (y si es referente a lo otro pues… hace tiempo que no veo un hangar para guardar mi “avión”).

     El tío sigue haciéndote preguntas y metiendo las respuestas en el ordenador. Creo que los médicos tienen un programa en el cual metes los síntomas, y cuando le das a “enter” te sale la enfermedad que tienes.

     Pues el tío, con los síntomas que le has dado, te dice que te ha picado una mosca tse tse en alguna de tus estancias en África (¡pero si yo lo más lejos que he llegado es al Puerto de la Cruz!). Compruebas en propias carnes como la media de estancia en la consulta no se ha cumplido contigo. Has estado 3 minutos y te han dado boleto. Y lo que es peor, no te curan, te dan cita para dentro de un mes para ver como progresa la enfermedad (mi enfermedad se agravó mientras esperaba 1 hora a que me atendieras, so mamón).

     Y yo que creía que me dejaba dormir por salir 2 noches seguidas…

     Chris (Caballero Oscuro que ha velado por vuestra seguridad jueves y viernes en el Cuadrilátero, puede que el sábado también lo haga)

 

     El que no lo veas no significa que no esté ahí.

1 comentario

carty -

Que tal, ya no se comenta nada en el blog o que, la peñita está aburrida, como se te ocurre ir al médico medio dormido, jejeje. aquí te dejo este comentario para que te animes a escribir...