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Jenny Grey (a petición de Lolo).

     Querido Lolo. Pensé que nos habías abandonado y que los peninsulares te habían lavado el cerebro para que no volvieras. Tu hermano se hubiera alegrado, pero los que te apreciamos no compartimos ese punto de vista.

    Veo que has leído el blog. Y que de todas las paridas que he escrito sólo te has fijado en una. ¡Eres un cabrón! ¿Por qué no me preguntaste otra cosa? Joder, llevo diciendo a la gente que si quiere sugerir algo para que escriba, u opine, que lo haga, y ahora vienes tú y me saltas con esas. Esto no quedará así.

     A ver. ¿Por dónde empiezo? Sabes que en mi estancia en Guajarvard he cambiado de lugar de estudios más que mi peluquero de coche. Empecé en Derecho, luego bajé a la Chocolatera, me trasladé a la Central y acabé en las catacumbas de la hemeroteca de Periodismo. Pero como cada vez que iba a estudiar todo me quedaba más lejos, decidí hacer caso a aquellas personas que me decían que Económicas estaba bien (parecía que en vez de recomendarme una biblioteca me estuvieran vendiendo una casa).

     Pues nada, cambié de aires. Empecé a estudiar allí, y todo bien. Como bien sabes, cuando estudio necesito salir a caminar para despejarme y, de paso, repasar lo estudiado anteriormente (soy el hermano vago de Forrest Gump). Pero como no tenía ganas de salir al aparcamiento, decidí explorar aquello, así que como Indiana Jones, pero sin látigo, sin sombrero y afeitado, subí por allí pa´ rriba a ver que encontraba.

     Después de encontrarme a un par de tías buenas (lo normal en esa facultad) alcé la vista y vi como una rubita de paso acelerado se metía en el ascensor. Tío, hizo que me olvidara del ejército de tías buenas que acababa de ver. Después de recoger las babas que se me cayeron allí, volví a la biblioteca a estudiar.

     Unos días más tarde llegué a la cafetería de Económicas a desayunar. Después de pedir y sentarme, me puse a mirar a ver de lo que iba la gente de allí. Veía a unos jugando a las cartas desde bien temprano, a otros pegando berridos y a una estudiando. Dios, ¿cómo se puede estar estudiando a esa hora? Pero fíjate tú por donde que la piba alzó la cabeza y…. ¡joder, es la rubia del ascensor!

     Pues después de eso madrugar no me costaba tanto, porque ella iba siempre más o menos a la misma hora. Me fijaba en ella, y tenía algo que hacía que destacara sobre las demás. Aparte de ser súper bonita y estudiar desde bien temprano, se notaba que era sencilla, cosa rara en esa facultad plagada de pseudomodelos. Iba siempre con bailarinas, vaqueros y camisa, sin maquillar, sin peinados estrafalarios… Y me di cuenta de una cosa: ella a veces también miraba.

     Pues después de tener mi aliciente para bajar todos los días a Guajarvard (y no era ir a clase) llegó el momento de que Chiquitito diera su aprobación, ya que hasta ese momento era el alumno más aventajado de El Caleta. Chiquitito es el chico que fue con nosotros a la graduación. A continuación trancribiré la conversación para que veas porqué es el rey del trabe:

     Yo: Cartaya, ¿ves las mesas de al lado de la ventana?

     Cartaya: Sí.

     Yo: ¿Ves a la rubia que está sentada de espaldas a nosotros?

     Cartaya: Sí.

     Yo: Pues es esa.

     Cartaya: ¿La que ahora está mirando? ¡Ay Dios, que vergüenza!

     Yo: ¿Qué pasa?

     Cartaya: Que a esa la conozco yo

     Yo: ¿En serio? ¿Cómo se llama?

     Cartaya: No lo se.

     Yo: ¿La conoces y no sabes cómo se llama?

     Cartaya: La conozco sólo de vista, cogemos la misma guagua para ir pa´rriba.

     Después de eso, me dieron ganas de coger el servilletero y metérselo por la nariz.

     Pasaba el tiempo, y jugaba al “aquí te pillo aquí te miro” con ella. Debo resaltar que no sólo era yo el que se percataba que ella también miraba, así que eso me daba alas sin necesidad de beber Red Bull.

     Pasó el verano, y empiezan las clases. Vuelvo a la rutina, pero esta vez más cansado (es que salir a las 10 de la noche de trabajar, y luego levantarte a las 6:30 para ir a clase pues…). Pero no me importaba, porque sabía que Grey (nombre en clave para la susodicha, porque aún no sabía cómo se llamaba) estaría por allí. Así que, después de algún tiempo con el mismo plan (mirada va y mirada viene), había que cambiar de táctica.

     Primer intento de acercamiento. Aquí el menda, después de pensárselo mucho, aprovecha que la dama se encuentra sola y desvalida pasando apuntes. Con paso firme (en apariencia, porque en realidad estaba atacado) me acerco y le digo: “a ver si un día me dejas que te invite a desayunar”. No le di opción a contestar, porque salí escopeteado al baño. Allí me serené y me puse a pensar en lo que había hecho (¿Me habrá entendido?¿Se lo habré dicho muy rápido?¿Por qué se lo tuve que decir después de tomarme en café con leche? ¡Menudo aliento tendría!). Fíjate lo nervioso que estaba que cuando salí del baño me di cuenta de que me había olvidado mi cartera en la mesa en la que estaba sentado.

     Pasa el tiempo. Compruebo que las cosas siguen igual. Miraditas y poco más. Al menos no la espanté, porque seguía sentándose en el mismo sitio.

     Después de confeccionar carteles en la biblioteca para que fueran visibles desde donde ella estaba (carteles tipo “¡A ver cuando vamos a desayunar!), me di cuenta de que había que usar una táctica más agresiva. Y así lo hice.

     Víspera de Halloween del año pasado. Servidor llega a la cafetería, y se percata de que la dama se encuentra en la barra. Se va a su sitio. Y cuando me dan mi café con leche voy detrás de ella. Aquí viene otra trascripción de conversación.

     Yo: Como tú no desayunas conmigo desayuno yo contigo.

     Ella: (sonrisa de compromiso)

     Yo: ¿Cómo te llamas?

     Ella: Jenny.

     Yo: ¿De Jennifer? (Como puedes comprobar, estaba tostado)

     Ella: Sí.

     Yo: ¿Qué estudias?

     Ella: ADE.

     Yo: ¿Y cómo te va?

     Ella: Bien.

     Yo: ¿Sales esta noche? (Yo todo cotilla).

     Ella: No.

     Como aquello se estaba convirtiendo en una conversación muy interesante, voy y le suelto algo parecido a “que poco hablas”, a lo que ella me responde “no suelo hablar mientras como” (¡¡¡Palo vaaaaaaa!!!).

     Acaba de comer. Ella no deja de moverse (se le notaba nerviosa), mientras yo estaba allí como Forrest Gump sentado esperando a que llegara la guagua. Saca un paquete de chicle. Me invita. Le digo que no y le doy las gracias. Pues allí estábamos los 2, yo con cara de tonto sin saber qué decir y ella mirando pa´todos lados. Y voy y le suelto la gran frase, la frase que pasará a la historia de la humanidad:

     “Deberíamos haber seguido con las miradas, que se nos daba mejor”.

     Ella no contestó. Se limitó a sonreír otra vez (ya sabes, como de compromiso), saca sus apuntes y se pone a estudiar. ¿Y ahora qué?

     Imagínate. Yo allí como un gilipollas sin saber qué hacer o decir, mientras ella estaba dándole a alguna asignatura de ADE. Pero claro, esa situación no duró poco. Noooooooooo. Hasta que no fueron cerca de las 8:30 am, hora en la que tenía clase, ella no se movió de allí. Pues sobre esa hora recogió sus cosas, se despidió con un “hasta luego” y emprendió el vuelo.

     Ahora te resumiré lo que pasó más tarde. Servidor consiguió su MSN. Hablé varias veces con ella. Me dijo que no me miraba, que sólo estaba dentro de su campo de visión (un campo de visión un poco rarito). A mi casi me da la llorera. Como no tenía ni puñetera idea de qué comprarle a mi madre por su cumple, me sugirió que le comprara un reloj. Sale un día de marcha y se coge un pedo. Al día siguiente está con resaca. Al otro día le pregunto como está y le doy las gracias por aconsejarme. Me llama pesado. Yo le digo que no la molestaré más. Al par de semanas le mando un mensaje preguntándole si está mosca. Me dice que no. Y a los días aplico tus enseñanzas informáticas para saber quién me tiene no admitido y descubro que ella me tiene en ese estado (joder, pues para no estar mosca…).

     Esta es más o menos toda la historia del asalto táctico. Tranquilo, ya se cómo vengarme de ti. Sólo tengo que esperar a que vengas para que se me escape algún comentario “involuntariamente” acerca de las actividades a las que te dedicas, pedazo de cabrón jajaja.

     Y respondiendo a Carty, no tío, no estoy fumado. Eso sí, si quieres ir a buscar hierba para usarla con fines terapéuticos, por lo de tu mano, adelante. Eso sí, a mi no me metas en tus vicios.

     Chris.

 

     El que no lo veas no significa que no esté ahí.

1 comentario

carty -

lolo,el comentario entre yo y caballero oscuro,cuando me dice quien era la chica, no fue exactamente ese,algo parecido, eso si, pero es imposible que cristo se acuerde exactamente,pero el ¨uy que vergüencita¨a lo flanders, eso sobra y algo más también,aunque si me giré rápidamente,para que no me conociera, porque pensé que la piva me iba a decir algo en la guagua de: dile a tu amigo que deje de acosarme, o algo parecido,por que hay tias que tienen cara pa eso y más y eso si que me hubiera dado vergüenza en la guagua delante de la gente,por que yo no sabía exactamente lo que el cristo le había hecho a la piva,si la había perseguido,intentado violar o algo de eso, cualquiera sabe,en esos dias vi la piva alguna que otra ves en la guagua,pero no dijo naa,un dia casi me cago por que se vino pa los asientos de atrás donde voy habitualmente con la mafia o con los jacosos como dice cris, pero naa, y ya me daba igual que me viera alguna ves con el loco éste ¨loco enamorado¨ pero ya la piva tiene coche,y no le puedo contar al cris con la mafia que andaba en la guagua, ni donde quedaba con los amigos pa fumarse los canutos,cris enamorate de una chica guapa, no de una tia buena y rubia aggg , a ver si se da un tinte negro,jejeje,te conviene más la morena de económicas, así si te quedas sordo no tendrás problema para oirla,y no quiero contestación a este comentario eh,inspirate solo jajajajajaja...ño que largo voy a tener q hacer un blog,yo cuelgo las fotos y tu escribes cris jaja,sigue asi neng, eres bueno y todos nos reimos...