El Caballero Oscuro responde.
Amiguit@s, hoy iniciaré una serie de artículos en los cuales trataré de dar luz a una serie de hechos o circunstancias desconocidos para la gente en general.
Hoy empezaré por lo que nos ha tocado vivir hace unos días: el día de Reyes. Y no me voy a dirigir a todos en general. No señor. Me dirigiré a las féminas, al colectivo "hembra" que lee con inusitada pasión este blog, con la misma pasión con la que leían su diario del colegio, ese en el que escribían "me gusta Juan/Roberto/Alberto/New Kids on the Block/Hwang Chion Flin".
Nosotros sabemos qué regalarles. Y tenemos 2 opciones posibles. O bien nos dicen qué cosas les gustan (como "me gusta ese abrigo", "ese bolso" o "esas botas"), o bien tiramos de imaginación y les regalamos lo que nos gustaria verles puesto (que si un pantalón apretado, un vestido corto, una blusa escotada... Dios, que me pongo cochinito). Y ya está. Quedamos bien.
Pero la mayoría de ustedes, damas del mundo mundial, desconocen el comportamiento masculino en cuanto a los regalos. A un hombre se le tiene que regalar algo que pueda manipular. Algo que montar, algo a lo que tocarle los botones. Si no hay un objeto manipulable, la jornada del día de Reyes puede acabar mal. Pero puede acabar peor cuando, comiendo el roscón, te toque la puta judía.
Mírenme a mi. Si no llego a autoregalarme una XBOX 360 me hubiera quedado más colgado que Pinocho en el día de la Madre. No me veo corriendo con mi bufanda por la plaza al lado del niño al que le han regalado un coche teledirigido. Ni tampoco me veo subiendo y bajando la cremallera de los pantalones con gran ilusión.
Además amiguitas, si han acertado o no se ve en la cara del elemento al que regalan. Si abre el paquete, mira que es un jersey, pone cara de "qué bonito" cuando en realidad está diciendo "otro jersey más", y "arroja con delicadeza" (modo fino de decir "lo tira por ahí") en busca de un regalo en forma de caja, ese comportamiento quiere decir que el regalo no le ha hecho mucha gracia. Lo malo llega cuando abre esa caja y se da cuenta de que son unos zapatos (¡mierda!).
Se despide el Caballero Oscuro, esperando haberles sido de gran ayuda.
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