Los guirufos
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Hola amiguitos y amiguitas de lo desconocido. He vuelto, doblemente armado. Mis investigaciones han avanzado un paso más, y ahora pueden ver mis estudios por el “Tuenti”. Si, he dicho que me pueden ver. Armado con mi móvil de última tecnología, investigaré todos aquellos hechos y situaciones que resulten impactantes, o que me llamen la atención.
En el plano personal tengo poco que reseñar. Después de sufrir en propias carnes la puñetera gripe, y de tupírseme un oído, he demostrado ser el alumno más aventajado del Dr House y, armado con una jeringuilla tamaño XXL y unas gotas de aceite de no se qué, me lo he destupido yo solito. Pero como no todo iban a ser buenas noticias, mi lateral, ese que lucía una funda, conoció el miércoles por la noche a un bocadillo y se independizó de mi. Así que, a la espera de lo que me hagan el martes, pueden considerarme familia del “cuñaooooo” o de “pozi”.
Ciñámonos a lo nuestro. Hoy toca hablar de los extranjeros, también conocidos como “guiris”.
¿Cómo reconoces un guiri? Es muy sencillo. El guirufo es ese ser de piel blanquecina
ataviado con un mochila, una camisa generalmente cantosa y unos pantalones cortos. Olvídense de las cholas con calcetines. Los pantalones cortos son al guiri lo mismo que un concierto a WIlly García: no se puede entender el uno si el otro. Da igual que llueva, truene, nieve o se acabe el mundo. El guiri lucirá sus pantorrillas flacas y blancas llevando semejante vestuario.
Una de las cosas que tienen que tener en cuenta sobre los guiris es ese inusitado interés por el Monte de las Mercedes. Da igual dónde estés. Se te acercará uno, bien andando o bien en coche, y te preguntará cómo llegar ahí. Por lo general siempre te lo preguntarán en el sitio más jodidamente difícil para llegar (a duras penas sabes llegar a tu casa desde allí). Así que recomiendo optar por indicarle amablemente cómo llegar a la autopista del sur, y que cuando llegue a Adeje pregunte.
¿Por qué ese interés en el Monte de las Mercedes? ¿Acaso quieren ver en persona lo que sus amigos les han contado? Puede ser. Ver a la típica familia, con el padre con la camisa desabrochada luciendo chicas, a la madre cargando con la abuela, a la hija con las mallas pegadas al culo y maquillada (sí, he dicho maquillada, maquillada para ir de chuletada…) y al hijo con el teléfono a modo de reproductor de música portátil, no tiene precio.
El guiri, por lo general, viene con la convicción de ponerse moreno. Craso error. El guiri se pondrá colorado, encarnado, o rojo (no confundir por comunista, aunque algunos ya vienen así). Así que en tus visitas al Puerto de la Cruz verás infinidad de seres colorados que parecen familiares de la langosta de “Futurama”. Pero la cosa no acaba aquí. Viendo que se están pelando como papas, el guiri opta por proteger su nariz con un potingue blanquecino. Así que ahora el guiri, con su piel roja y su nariz blanca, se convierte en un caramelo Solano de fresa y nata.
Pero si algo caracteriza al guiri es su simpatía y su don de gentes. Tú les hablas, y como no te entienden un carajo sonríen (sonríen sin parar hasta que tú “parar de hablar” jijiji). Y su don de gentes…. Increíble. Aquí servidor lo ha sufrido en propias carnes.
Hace unos meses una francesita tía buena fue a comprarse un juego de ordenador. Pues con mi don videojuegático le enseño el juego en cuestión y le muestro los requisitos que tenía que tener su ordenador para que el juego rulase. ¿Y ella que hizo? Coger el juego y mi mano. ¿La soltó? Noooooo. Ahí estaba ella, agarrándome mientras yo me montaba fantasías sexuales con ella en el almacén.
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